El reciente desfile militar en Washington, marcado por el 250 aniversario del Ejército de Estados Unidos, estuvo acompañado de un clima de violencia y discordia. En un día en el que el presidente Donald Trump celebró su cumpleaños número 79, cientos de miles de estadounidenses se unieron en protestas a lo largo y ancho del país, desde Nueva York hasta Los Ángeles. Las manifestaciones, que representaron una de las mayores oleadas de oposición a Trump desde su retorno al poder, se enmarcaron en un contexto de tensión, agravado por el asesinato de una legisladora demócrata en Minnesota y un creciente conflicto en Oriente Medio, donde Israel bombardeó Irán en un intento por desmantelar su programa nuclear.
Mientras el desfile se llevaba a cabo, donde tanques y vehículos militares marcharon por la emblemática Constitution Avenue, la seguridad en la capital fue intensificada con una notable presencia de fuerzas del orden. Trump observó el evento desde una tribuna elevada, separada por un cristal blindado, mientras grupos de manifestantes se ubicaban a lo largo de la ruta, mostrando pancartas de protesta.
El Ejército movilizó cerca de 7,000 soldados y 150 vehículos militares, incluidos más de 25 tanques M1 Abrams y otras unidades blindadas, en un despliegue poco común en Estados Unidos. Las celebraciones, con un costo estimado entre 25 y 45 millones de dólares, han sido criticadas como un derroche, especialmente en un momento en el que el presidente ha manifestado su intención de reducir gastos del gobierno federal.
El uso del lema “No Kings” por parte de los manifestantes, y el impacto del tiroteo en Minnesota, que resultó en la muerte de la legisladora y su cónyuge, llevaron a la cancelación de las protestas programadas en ese estado. A pesar de la lluvia y la intensa presencia policial, miles de personas se reunieron en varias ciudades para expresar su desacuerdo. En Los Ángeles, los manifestantes intercambiaron gritos con un contingente de marines, mientras que en Nueva York destacaron figuras famosas entre los protestantes.
A lo largo del país, la resonancia de los eventos del día de la celebración del Ejército de Estados Unidos subrayó una nación dividida, donde las preocupaciones sobre la autoridad y la seguridad política continúan en el primer plano del debate público. Las protestas y el desfile se convirtieron en símbolos de una polarización cada vez más evidente, dejando en el aire preguntas sobre el futuro político y social del país.
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