Nueve personas han perdido la vida tras un trágico atropello durante un festival en Vancouver, Canadá, unas horas antes de las elecciones nacionales. Este devastador suceso ocurrió en un evento en honor al Día de Lapu Lapu, donde la comunidad filipina se reunía para celebrar uno de sus líderes históricos.
El incidente tuvo lugar alrededor de las 20:00 (03:00 GMT del día siguiente) cuando un hombre, conocido por la policía, embistió a la multitud. Las autoridades han confirmado que este conductor de 30 años fue arrestado y descartaron la posibilidad de que el atropello se tratara de un acto terrorista.
El primer ministro canadiense, Mark Carney, expresó su profundo pesar en redes sociales, extendiendo sus condolencias a las familias afectadas y a la comunidad filipina en Vancouver. Imágenes de la escena del suceso muestran un todoterreno con daños visibles, rodeado de escombros y socorristas atendiendo a los heridos.
Testigos como Dale Selipe han compartido el horror vivido, describiendo escenas desgarradoras como niños heridos y personas luchando por ayudar a los caídos. “Había cuerpos por todas partes”, comentó un agente de seguridad presente, reflejando la magnitud del caos y la desolación.
Este festival, que incluía un desfile, proyecciones de películas y conciertos, homenajeba a Lapulapu, un líder indígena que resistió la colonización europea en el siglo XVI. El evento se producía en un contexto electoral caliente, donde los canadienses se preparaban para votar, abordando temas cruciales como el aumento del coste de la vida.
Apenas un año antes, otro incidente similar había sacudido Canadá, cuando un hombre fue condenado a cadena perpetua por un ataque que evidenció la conexión entre la supremacía blanca y el terrorismo. Este nuevo suceso resalta la preocupación constante sobre la seguridad pública en los eventos comunitarios.
La tragedia del festival Lapu Lapu ha dejado una marca profunda en la comunidad. Con las elecciones canadienses a la vuelta de la esquina, los ciudadanos reflexionan sobre el impacto de este evento en su vida social y política. La comunidad filipina está de luto, y la nación observa con preocupación y tristeza el desenlace de una celebración que se tornó en un horror inesperado.
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