En la actualidad, el modelo judicial en México ha sido objeto de críticas debido a su continua exclusión de personas con discapacidad. A pesar de los avances en materia de derechos humanos y de acceso a la justicia, un informe reciente destaca que muchos de los obstáculos que enfrentan estas personas en el sistema legal persisten, limitando su participación plena y efectiva.
Las organizaciones defensoras de derechos humanos han señalado que, aunque se han implementado reformas para mejorar el acceso a la justicia, estas no han abordado de manera integral las necesidades específicas de las personas con discapacidad. Elementos fundamentales como la infraestructura de los tribunales, la accesibilidad de la información y la capacitación del personal judicial son aspectos que requieren atención urgente. Sin embargo, muchos de estos elementos todavía son inadecuados o inexistentes, lo que provoca que las barreras para el acceso a la justicia sean más pronunciadas para este grupo vulnerable.
Este tema no solo implica un desafío legal, sino también un atentado contra derechos fundamentales. La falta de adecuaciones en los espacios judiciales puede impedir que una persona con discapacidad física pueda presentar su caso, mientras que la ausencia de información en formatos accesibles limita severamente la capacidad de comprender y participar en el proceso judicial. Esta situación ha llevado a que personas con discapacidad sean disuadidas de buscar justicia, perpetuando una impresión de desconfianza en las instituciones.
El contexto es aún más complejo cuando se considera que en México se ha avanzado notablemente en el reconocimiento de los derechos de las personas con discapacidad a través de leyes y tratados internacionales. No obstante, la implementación de estas normativas ha sido desigual y en ocasiones, insuficiente. Es fundamental que las autoridades judiciales reconozcan la necesidad de establecer protocolos claros y efectivos que garanticen la igualdad de acceso a la justicia.
La sociedad, en su conjunto, debe ser consciente de la importancia de un sistema judicial inclusivo. Las discusiones en torno a este tema deben ir acompañadas de acciones concretas que materialicen el compromiso con la igualdad y la equidad. Si los mecanismos que permiten a todos los ciudadanos, independientemente de su condición física o mental, acceder y navegar el sistema legal no funcionan como deberían, se está fallando no solo a un grupo específico, sino a los principios de justicia y democracia que sustentan al país.
Como colectivo, cada vez más personas abogan por la implementación de medidas que no solo consideren la accesibilidad física, sino también la inclusión de perspectivas diversas en el ámbito judicial. La necesidad de capacitación del personal judicial en el trato y la comprensión de las situaciones que enfrentan las personas con discapacidad es esencial, así como el desarrollo de políticas que aseguren su participación activa en todos los procesos judiciales.
El llamado es claro: el tiempo para cambiar el modelo judicial actual es ahora. Las voces de quienes han sido históricamente silenciados deben ser escuchadas, y las reformas tardías no deben ser una opción en un mundo que avanza hacia la inclusión y el respeto por todos los derechos humanos. La justicia debe ser un derecho universal, y solo a través de un esfuerzo colectivo se podrá garantizar que ninguna persona quede atrás.
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