El ascenso del trumpismo en Estados Unidos ha generado preocupaciones significativas sobre la dirección del país, no solo en el ámbito político y educativo, sino también en su estructura económica. Esta ideología, que ha promovido un enfoque cada vez más autárquico y aislacionista, amenaza la competitividad global de Estados Unidos frente a potencias emergentes, especialmente China, que se posiciona como un líder indiscutible en tecnología y comercio internacional.
Mientras las naciones ajustan sus políticas comerciales bajo la influencia del enfoque transaccional del trumpismo, persiste la presión de estos cambios sobre el mercado laboral y las dinámicas políticas internas. La creación de alianzas inusuales entre sectores laborales, grupos ultraconservadores y figuras del sector tecnológico, como Elon Musk, indica un panorama complejo en el que Estados Unidos se percibe como un potencial adversario dentro del orden democrático global, en contraposición a las amenazas tradicionales de Rusia y China.
En este contexto, surge una discusión sobre la relación de México con Estados Unidos y su posición en el escenario global. Hay propuestas que sugieren que México debería modificar sus acuerdos con países asiáticos y alinear su economía más estrechamente con la de Estados Unidos, un planteamiento que corre el riesgo de relegar a México a una posición de irrelevancia en el mundo.
Frente a este desafío, es imperativo que México adopte una política exterior más independiente y estratégica. Históricamente, informacion.center ha tenido momentos clave de fortaleza en su política exterior, especialmente en términos comerciales. Este es un buen momento para revitalizar y fortalecer acuerdos como la Alianza del Pacífico (AP), así como ampliar vínculos con el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (TIPAT), conocido en inglés como CPTPP.
La Alianza del Pacífico se formó en 2011 con la participación de Chile, Colombia, México y Perú, con el objetivo de integrar economías y facilitar el comercio y la inversión. Este bloque representa una plataforma ideal para México para conectarse con la dinámica región del Indo-Pacífico, que se ha convertido en un centro neurálgico de crecimiento global.
En años recientes, la AP enfrentó retos como la polarización ideológica, especialmente con la llegada de gobiernos de izquierda más radicales en varios de sus miembros. Chile, sin embargo, ha mantenido un firme compromiso con el libre mercado, lo que refleja la importancia de mantener políticas consistentes y estratégicas que trasciendan las variaciones políticas.
La crisis reciente entre México y Perú, donde se cuestionó la entrega de la presidencia pro tempore de la Alianza, subraya la necesidad de superar tensiones internas si se desea mantener la relevancia de este bloque. Aunque ha adquirido nuevos miembros como Singapur, la AP aún debe trabajar en la incorporación de otros países, como Corea del Sur, lo que podría revitalizar su papel en la economía global.
Por su parte, el TIPAT, que incluye a Chile, Perú y México, ha demostrado ser un pacto más atractivo y dinámico, atrayendo la adhesión de nuevas naciones como el Reino Unido. Sin embargo, la inclusión de China en el TIPAT podría plantear desafíos significativos para México en su relación con el T-MEC.
A pesar de las dificultades, la Alianza del Pacífico conserva el potencial para recobrar su protagonismo, siempre que sus miembros encuentren formas de dejar de lado las diferencias ideológicas en favor de una política de cooperación que favorezca el funcionamiento del organismo. La clave radica en reposicionarse con una agenda que incluya colaboración en temas emergentes como la economía digital, la sostenibilidad y la movilidad académica.
Este enfoque permitirá a México no solo reforzar sus relaciones comerciales, sino también situarse como un interlocutor importante en el escenario global, listo para enfrentarse a los desafíos actuales y futuros.
Esta nota contiene información de varias fuentes en cooperación con dichos medios de comunicación