Sin mencionar un solo partido ni un candidato, el presidente Andrés Manuel López Obrador hace campaña, lleva agua a su molino al criticar a sus adversarios.
“Dan por terminado el sexenio, falta mucho. Vamos a ver si el pueblo quiere”, desliza inocente.
En la palestra nacional de las siete de la mañana, Rosa Icela Rodríguez Velázquez, secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, informa 117 aspirantes han sido amenazados o agredidos.
Con impecable traje sastre blanco, la funcionaria lamenta el feminicidio de la candidata Carla Enríquez, y los asesinatos, Julio César Galindo y Juan Antonio Acosta.
Dentro de todo, una buena, la familia Villaseñor Romo apareció con vida, tras ser reportada ausente en Jalisco.
Hasta la fecha, 117 aspirantes han sido amenazados o agredidos. La secretaria recuerda que a algunos se les han puesto escolta, se les ha dado botones de pánico, además de celulares para contacto.
“Queremos que los candidatos se sientan seguros y pueden llamar al 911”, expresa.
El tema electoral vuelve cuando le preguntan al mandatario su opinión sobre la detención y liberación del candidato de Movimiento Ciudadano, Raúl Cantú de la Garza, dice que no va a opinar, pero opina. Narra que el candidato fue liberado por un juez, pero confía en la detención, pues la llevó a efecto nada menos que la Guardia Nacional.
Aprovecha para arremeter contra el periódico El Norte y, de pasada, les da un raspón a todos los gobernadores de aquella entidad.
Sin embargo, se cuida de hablar directamente de Adrián de la Garza. Es el momento en que da una lección de Ciencia Política:
Los partidos tienen dirección, están constituidos conforme a la Construcción y las leyes, con la finalidad de contender en las elecciones.
“Pero cómo van haber partidos políticos encubiertos, piratas informales, que tienen las fuerza que un partido”, critica.
Y va de vuelta contra el mismo medio. Conservadores y neoliberales para darles duro. Una lección de proselitismo sin mencionar un solo membrete.
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