Vivimos en tiempos extraordinarios, lo sabemos. Tan extraordinarios que durante los cuatro años de presidencia de Donald Trump hemos asistido a la reevaluación de una figura política como la del expresidente George W. Bush, durante cuyo mandato se gestaron las desastrosas intervenciones estadounidenses en Afganistán e Iraq, se usó en forma sistemática la prisión extrajudicial de la base militar de Guantánamo y la tortura se volvió un medio legítimo para obtener información. No solamente estas decisiones tuvieron una vertiente ética profundamente cuestionable, sino que también desestabilizaron …
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