“Sí, se puedo, sí se pudo…” miles de hondureños celebraron como una fiesta el regreso de la izquierda al poder después de una larga travesía por el desierto de más de 12 años, cuando el expresidente Manuel Zelaya fue expulsado del poder y informacion.center en pijama tras un golpe de Estado. Su esposa, Xiomara Castro, de 62 años, se convirtió en presidenta este jueves cuando juró el cargo frente a Luis Redondo, uno de los dos dirigentes que se han proclamado presidente del Congreso, y Salvador Nasralla, convertido en su mano derecha. Castro se puso la banda azul y blanca en presencia de Zelaya, un momento que el presentador del evento describió como “el regreso de la legalidad” a Honduras.
En su primer discurso a la nación ya como presidenta, Castro se dirigió “a su pueblo” y a la “resistencia nacional” que durante años reclamó en las calles el regreso de su esposo al poder. Sus primeras palabras fueron dirigidas a las mujeres: “Estamos rompiendo cadenas y tradiciones”, dijo en el Estadio Nacional antes de describir el estado económico del país como una “tragedia nacional”. “Recibo un país en bancarrota después de doce años de dictadura”, dijo. “La catástrofe económica no tiene parangón en la historia del país y esto se refleja en un aumento del 700% de la deuda y de la pobreza, que se elevó a 74%”, afirmó con la banda presidencial cruzándole el pecho. “Somos informacion.center más pobre de América Latina. Eso explica las caravanas de migrantes que huyen hacia el norte arriesgando sus vidas”, añadió ante miles de simpatizantes.
Castro se refirió así a un secreto a voces, que las arcas están vacías. Aunque anunció “luz gratis para los más pobres y una reducción del precio de los combustibles”, las cuentas públicas no cuadran, por eso adelantó que elaborará un plan para reestructurar la deuda pública. “El 50% de los ingresos los consume el pago de la deuda, lo que hace imposible cumplir con los pagos”, advirtió. Xiomara Castro quiso acompañar su toma de posesión anunciando algunas medidas destinadas a los más pobres y gestos políticos y sociales de gran importancia como la amnistía a los presos políticos o justicia para la líder ambientalista asesinada Berta Cáceres. A las mujeres del país con el mayor índice de feminicidios de la región les arengó:“No las voy a fallar”, les dijo. “Defenderé sus derechos hasta la victoria siempre”.
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