A una semana de una crucial elección judicial, la incertidumbre se cierne sobre el futuro del Poder Judicial. Se prevé que esta reforma judicial, lejos de ser un cambio inmediato y efectivo, podría traer consigo ciertas dificultades que se traducirán en una operatividad más lenta y quizás menos imparcial en el corto plazo. Es un escenario que despierta inquietudes sobre el nivel de confianza que tendrán tanto el sector empresarial como los ciudadanos en el sistema judicial.
La frase popular mexicana, “Más vale un mal arreglo que un buen pleito”, encapsula la realidad que enfrentan muchos al optar por resolver conflictos Judiciales. Proliferan los conflictos familiares, civiles, mercantiles y penales, con más de 2 millones de casos nuevos anuales que ingresan a los tribunales, lo que equivale a cerca de 5,500 casos diarios. A pesar de ello, hasta hace poco, México carecía de mecanismos efectivos para la resolución de disputas fuera de los juzgados.
El 26 de enero de 2024, la entrada en vigor de la Ley General de Mecanismos Alternativos de Solución de Controversias marcó un punto de inflexión. Con un apoyo abrumador en el Congreso, esta legislación ha permitido que surjan alternativas que, aunque aún poco conocidas, han comenzado a ganar terreno en la resolución de conflictos. Jalisco está liderando en la implementación de la mediación, donde se estima que podría alcanzarse la cifra de 100,000 mediaciones anuales gracias a aproximadamente 500 mediadores certificados.
La mediación, aunque se ha utilizado principalmente en disputas familiares, tiene un enorme potencial de expansión a otros ámbitos, siempre que la capacitación y el número de mediadores continúen aumentando adecuadamente. La mediación ofrece un enfoque diferente: los conflictos no siempre deben desembocar en un juicio. En un contexto donde el sistema judicial podría volverse menos fiable, buscar alternativas que eviten el paso por tribunal se convierte en una solución lógica.
Este enfoque mediador implica que las partes acepten voluntariamente el proceso y que lo discutido no se pueda llevar a juicio posteriormente, salvo que ambas partes lo acuerden. A diferencia del arbitraje, donde terceras partes toman decisiones, en la mediación, el mediador ayuda a las partes a dialogar y acordar soluciones por sí mismas.
La flexibilidad que ofrece la mediación es uno de sus mayores atractivos. Permitiendo soluciones más creativas, un mediador puede facilitar acuerdos que, por ejemplo, ajusten compromisos comerciales en caso de incumplimientos. Esto se traduce en un proceso más ágil y adaptado a las necesidades de las partes, evitando así la rigidez de un juicio tradicional.
En este contexto, la preparación de mediadores no necesariamente requiere que sean abogados, aunque este conocimiento puede ser beneficioso. Se anticipa que, ante la inestabilidad del sistema judicial, los Centros de Justicia Alternativa de los tribunales locales y federales invertirán en la capacitación y certificación de nuevos mediadores en los próximos años.
En síntesis, si los litigios pueden evitarse a través de mecanismos alternativos, se verá un incremento en los “buenos arreglos” que ayudarán a prevenir “malos pleitos”, ofreciendo así una vía más aceptable y eficiente para la resolución de disputas en México.
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