En un contexto creciente de tensiones entre México y Estados Unidos, la presidenta Claudia Sheinbaum ha enfocado su atención en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) tras las críticas del gobierno estadounidense sobre la concentración de vuelos de carga en esta nueva terminal. Durante su conferencia de prensa, Sheinbaum desestimó cualquier posibilidad de reasignación en el AIFA y destacó que no existe una notificación oficial que valide el reclamo estadounidense.
El Departamento de Transporte de Estados Unidos argumenta que México estaría violando un acuerdo firmado en 2015 al forzar a las aerolíneas de carga estadounidenses a trasladar sus operaciones del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) al AIFA. Este reclamo resuena en el aire tenso de las relaciones internacionales, donde la economía y el comercio juegan un papel crucial.
Sheinbaum defendió la decisión de mover los vuelos de carga al AIFA, señalando que esta elección se basa en consideraciones de seguridad y eficiencia operativa, más que en decisiones subjetivas. “La definición de la cantidad de vuelos en el AICM y el AIFA se basa en la seguridad”, expresó, al tiempo que subrayó que la reubicación no ha causado estragos irreparables a las empresas involucradas. Según la presidenta, las aerolíneas han comenzado a adaptarse a las nuevas circunstancias.
Desde el lado estadounidense, las acusaciones son serias: el gobierno sostiene que esta decisión ha distorsionado el mercado y ha generado pérdidas significativas para las empresas de carga, elevando costos y complicando sus operaciones. La dependencia encabezada por Sean Duffy no escatima en criticar lo que percibe como una ruptura de compromisos bilaterales.
A pesar de esta adversidad, Sheinbaum enfatizó la voluntad del gobierno mexicano para mantener canales de diálogo abiertos con las aerolíneas afectadas, reafirmando que no hay razones para que se impongan sanciones en este contexto. “Privilegiamos la seguridad”, sostuvo, dejando claro que la respuesta ante este reclamo también será diplomática.
La situación, que podría parecer un simple cambio administrativo, resuena con implicaciones más amplias sobre las relaciones entre ambas naciones, propiciando un entorno de vigilancia sobre las decisiones políticas y económicas que podrían influir en el comercio bilateral en los meses venideros.
A medida que se despliegan las negociaciones, será crucial observar cómo se desarrolla este escenario, y si lograrán encontrar un terreno común que favorezca las operaciones y relaciones comerciales sin comprometer la seguridad y el funcionamiento eficiente de los aeropuertos mexicanos.
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