La reciente designación de Pablo Gómez como titular de la Comisión Presidencial para la reforma electoral ha marcado el inicio de un proceso que promete un amplio debate sobre la evolución del sistema electoral en informacion.center. A partir de octubre, se llevarán a cabo consultas dirigidas a diversas organizaciones, audiencias públicas, debates y encuestas, con el objetivo de elaborar una iniciativa que se prevé estará lista para enero de 2026.
Durante una conferencia mañanera, el funcionario expuso las líneas generales de este trabajo, que busca involucrar a la ciudadanía. La presidenta Claudia Sheinbaum subrayó que, ante las críticas de la oposición, el proceso será caracterizado por su apertura: “Todavía no hay nada decidido, no hay una propuesta construida”, afirmó, enfatizando la importancia de incorporar tanto la opinión de expertos como de la población en general.
En un contexto de profundas discusiones, Sheinbaum planteó una interrogante provocadora: “¿Qué es más autoritario, el haiga sido como haiga sido de Calderón, o una discusión abierta para hacer la reforma electoral?”. Este planteamiento refleja la intención del gobierno de contrastar su enfoque participativo con experiencias de corrupción y falta de transparencia del pasado.
Uno de los puntos más sensibles que se abordará es la posible desaparición de los plurinominales. Gómez argumentó la necesidad de reexaminar la representación política, sugiriendo que muchos diputados plurinominales no verdaderamente representan a los ciudadanos. “La pregunta es a quién representan esos diputados que eran para representar a las minorías. ¿A quién representan hoy?”, cuestionó.
Además, en el marco de esta discusión sobre la reforma, Sheinbaum no escatimó en críticas hacia figuras prominentes de la oposición. Ataques directos fueron dirigidos a Ricardo Anaya, quien, según sus palabras, regresó al país tras seis años de ausencia para asumir un cargo como senador plurinominal. También se refirió a Alejandro Moreno, acusándolo de corrupción y de haber interpuesto una denuncia en Estados Unidos contra el partido en el poder sin pruebas concretas.
La reforma electoral, por tanto, no solo se presenta como una cuestión técnica, sino como un campo de batalla ideológico en el que el gobierno busca reafirmar su compromiso con la representación democrática frente a las voces opositoras que cuestionan su autenticidad. A medida que el proceso avanza, el tiempo dirá si esta estrategia logrará involucrar efectivamente a la ciudadanía y desmontar las narrativas críticas que se han gestado en torno al actual gobierno, configurando así un nuevo panorama político.
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