El huracán Otis ha dejado una huella imborrable en la historia reciente de México, convirtiéndose en uno de los fenómenos meteorológicos más devastadores que han golpeado informacion.center. Con un saldo de al menos 50 vidas perdidas, así como la desaparición de muchas más personas, este desastre natural subraya la vulnerabilidad de ciertas regiones a los estragos del cambio climático. También se ha alertado sobre la posibilidad de que escenarios similares puedan repetirse, especialmente en el estado de Guerrero, como consecuencia del calentamiento de las aguas del océano.
La tragedia se sintió de manera aguda en Guerrero, donde Otis causó la interrupción total de las comunicaciones y severos daños en infraestructura, como puentes y carreteras. Estos factores, combinados con la acumulación de agua estancada, favorecieron la proliferación de enfermedades gastrointestinales, respiratorias y cutáneas, exacerbando la crisis humanitaria en la región.
Expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han explicado que el huracán sorprendió tanto a las autoridades locales como a la comunidad, ya que no se esperaba que alcanzara una categoría tan alta tan rápidamente. La temperatura anormalmente elevada de las aguas oceánicas contribuyó a la intensificación súbita de este ciclón devastador. Según Jorge Zavala Hidalgo, director del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, la profundidad de la capa caliente del océano es crucial para la formación de ciclones destrutivos. Si esta capa no es lo suficientemente profunda, el huracán pierde fuerza, algo que no ocurrió en esta ocasión.
La atención en Guerrero no puede bajar. El Consejo Estatal de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil ha establecido un monitoreo constante de las condiciones meteorológicas. Se anticipa que el estado experimentará fenómenos meteorológicos similares a los del huracán Otis, dada la alarmante temperatura del mar que supera ya los 28 grados centígrados. Este aumento de temperatura podría dar pie a ciclones de gran peligro para la población, lo que constituye una advertencia seria para la población y las autoridades locales.
Las proyecciones apuntan a que el 2025 trajo consigo la promesa de climatologías extremas en Guerrero, incrementando así la alarma sobre la necesidad de prepararse ante la inminencia de nuevos desastres. Con condiciones océano-atmosféricas que se asemejan a aquellas que precedieron al huracán Otis, la comunidad debe mantenerse alerta y preparada para mitigar los efectos de futuros fenómenos de esta magnitud.
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