La política migratoria de Estados Unidos vuelve a estar en el centro de la polémica nacional. Recientes iniciativas que van desde restringir la ciudadanía por nacimiento hasta gravar las remesas, además de la idea de concursos televisivos para obtener la ciudadanía, han despertado un intenso debate. Estas propuestas son vistas como regresivas y discriminatorias, y podrían resultar contraproducentes incluso para la población estadounidense.
Recientemente, la secretaria de Seguridad Nacional, Kristjen Nielsen, desmintió la posibilidad de realizar un “reality show” que otorgue ciudadanía a migrantes, después de que se debatió la idea como parte de un enfoque de “celebración” de la nacionalidad. Esta propuesta fue muy criticada por ser percibida como un ataque a la dignidad humana y contraria al objetivo de desincentivar la migración ilegal.
La orden ejecutiva impulsada por la administración Trump, que busca limitar la ciudadanía automática para los hijos de migrantes sin estatus legal, también está en la mira. Actualmente se encuentra bajo revisión por la Corte Suprema, donde se evaluará la constitucionalidad de tal medida. Aunque el debate legal es crucial, la ironía radica en que esta política podría duplicar en una década la población indocumentada de segunda generación.
Por su parte, la propuesta de imponer un impuesto del 5% sobre las remesas avanza rápidamente. Este impuesto, legalmente cuestionable, podría provocar efectos devastadores en las economías de los países receptoras de estas remesas, como México, que en 2023 recibió 63,300 millones de dólares en este concepto. Un impuesto del 5% representaría una pérdida de al menos 3,250 millones de dólares anuales, afectando profundamente el PIB y los ingresos de muchas familias vulnerables.
Entidades como Michoacán, Oaxaca y Guerrero, que dependen en gran medida de las remesas, sentirían un impacto devastador en su seguridad alimentaria y salud. La presión económica podría llevar a los migrantes a recurrir a canales informales para el envío de dinero, lo que añade un nivel de riesgo adicional.
Además, en el mercado estadounidense, la reducción del gasto cotidiano de los migrantes impactaría negativamente en economías locales. A su vez, la implementación de este impuesto involucraría costos operativos significativos para las instituciones financieras, que enfrentarían desafíos en la identificación de las transacciones gravadas, aumentando el riesgo de discriminación.
Los efectos de estas medidas van más allá de la retórica; tienen un impacto real en la vida de las personas, generan costos políticos y pueden afectar las relaciones diplomáticas. Lo que se necesita es un enfoque de política migratoria que promueva soluciones efectivas y constructivas, evitando así sembrar problemas que podrían crecer en consecuencias aún más graves.
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