En la mañana del 4 de marzo, un grupo de normalistas de Ayotzinapa robó cuatro autobuses en la Autopista del Sol con dirección a la Ciudad de México. Los estudiantes se encontraban bloqueando la carretera desde la noche anterior, exigiendo una reunión con el gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo.
Según los informes, los normalistas forzaron a los conductores de los autobuses a detenerse y los obligaron a abandonar los vehículos. Luego los utilizaron para bloquear la carretera de manera efectiva, impidiendo el paso a los demás vehículos. La policía estatal llegó al lugar y trató de detener a los normalistas, pero estos escaparon hacia la sierra de Guerrero.
Aunque los normalistas argumentan que su acción es parte de su lucha por la justicia y la aparición con vida de los 43 estudiantes desaparecidos en 2014, la policía y otros grupos locales la han condenado como un acto de vandalismo. Las autoridades han iniciado una investigación y prometido que aquellos que cometieron el delito serán procesados.
Los bloqueos viales por parte de los normalistas de Ayotzinapa no son una novedad, ya que han sido una estrategia común en su lucha por la justicia y la visibilidad de los desaparecidos. Sin embargo, el robo de los autobuses es una acción que ha generado un mayor rechazo de la sociedad y ha puesto en riesgo la seguridad vial de varias personas.
Este incidente es un recordatorio de la necesidad de encontrar soluciones pacíficas y efectivas para las demandas de los normalistas. Las respuestas violentas y el vandalismo solo pueden llevar a más conflicto y consecuencias negativas para todas las partes involucradas. Es importante que se abra un diálogo constructivo y se trabaje hacia una solución pacífica y justa.
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