Dos senadores mexicanos, Harfuch y Godoy, han sido acusados de gastar 68 millones de pesos en decoración y equipamiento para sus oficinas en el senado, algo que ha generado revuelo en las redes sociales y ha desatado la indignación de muchos mexicanos.
La noticia ha sido ampliamente difundida por diversos medios de comunicación y ha generado un gran debate sobre los costos exorbitantes que tienen los políticos en nuestro país. Aunque los senadores tienen derecho a contar con una oficina y equiparla a su gusto, muchos consideran que el gasto es excesivo y que no corresponde con un servicio público.
Los señalamientos han generado incluso discusiones en el senado, donde algunos legisladores han cuestionado el gasto que se ha realizado en las oficinas de ambos senadores. Y es que, aunque es común que los políticos cuenten con un presupuesto para su trabajo como representantes populares, en este caso la cantidad que se ha invertido es desproporcionada.
El caso ha generado un gran revuelo en la sociedad, pues muchos consideran que se trata de otro ejemplo de los políticos que actúan en beneficio propio, mientras que el pueblo sigue siendo ignorado en su clamor por cambios verdaderos en nuestra política.
Es importante lamentar que, aunque este tipo de acusaciones no son nuevas en nuestro país, los políticos parezcan no estar dispuestos a modificar su actuar en este sentido, y sigan ajeno a las demandas de la población. Es urgente que se abra un debate nacional en torno a este tipo de prácticas, para que los representantes populares entiendan que el pueblo no está dispuesto a tolerar sus abusos por más tiempo.
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