En un giro inesperado para la economía mexicana, el Producto Interno Bruto (PIB) ha experimentado una contracción durante el cuarto trimestre de 2024, marcando así la primera disminución desde el año 2021. Este retroceso ha suscitado preocupación entre analistas y expertos económicos, quienes subrayan que este comportamiento podría tener repercusiones significativas en el desarrollo económico del país.
Las cifras divulgadas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) revelan que la economía mexicana se enfrenta a un contexto tumultuoso. Mientras que el PIB se contrajo un 0.7% en comparación con el tercer trimestre del mismo año, algunas proyecciones habían anticipado un crecimiento constante. Este contraste plantea interrogantes sobre la estabilidad de la recuperación económica post-pandémica y la resiliencia de los motores que impulsan el crecimiento del país.
Entre los factores que han contribuido a esta desaceleración se encuentran la elevada inflación que ha persistido en los últimos meses, así como la creciente incertidumbre global. Los costos en constante aumento han puesto presión sobre los consumidores, afectando su capacidad de gasto. Además, la incertidumbre en el ámbito empresarial, impulsada por cambios en políticas económicas y debilidades en el entorno internacional, ha frenado las inversiones, un componente crítico para el crecimiento sostenido de la economía.
Adicionalmente, los sectores más afectados por esta contracción incluyen el comercio y la construcción, que han mostrado signos de debilidad en sus respectivos indicadores. La actividad comercial, que había funcionado como motor de crecimiento en años anteriores, ha sido impactada por diferentes factores, desde problemas en la cadena de suministro hasta cambios en los hábitos de consumo. La caída en el sector de la construcción, que es un reflejo de la inversión pública y privada, también plantea desafíos adicionales a la creación de empleo y al impulso de otras actividades económicas relacionadas.
Sin embargo, no todo es pesimismo. Algunos analistas sugieren que la economía mexicana tiene la capacidad de recuperarse, apoyándose en su diversificación y en los acuerdos comerciales que ha establecido. El T-MEC, por ejemplo, continúa siendo un pilar fundamental que podría estimular la inversión y el comercio, aunque el camino hacia la recuperación podría ser largo y lleno de obstáculos.
Es fundamental que el gobierno y las instituciones financieras mantengan un enfoque proactivo para enfrentar estos desafíos y creen un entorno que facilite el crecimiento. Las políticas fiscales y monetarias adecuadas, así como el fomento a la inversión, serán cruciales para revertir la tendencia a la baja del PIB y volver a encaminar a México hacia una senda de crecimiento robusto.
Este momento crítico en la economía nacional destaca la importancia de monitorear continuamente los desarrollos económicos y adaptar las estrategias de manera ágil y efectiva. La atención hacia las decisiones políticas y económicas será vital, no solo para mitigar el impacto de la contracción actual, sino también para establecer una base sólida para el futuro económico del país.
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