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La sorpresa en los mercados financieros ha sido mayúscula. La inmensa mayoría de los inversores profesionales esperaba que la opa del BBVA sobre el Sabadell saliera adelante. La posibilidad de que la opa quedara por debajo del 30% era el escenario más remoto y, aun así, eso es lo que ha sucedido. Ahora toca rehacer las tesis de inversión y preguntarse qué ha sucedido. Para muchos de ellos el factor más relevante ha sido la expectativa de que pudiera haber una segunda opa, en efectivo y con mayor precio.
Juan Gómez Bada —fundador de la firma de inversión Avantage Capital, que asesora un patrimonio de casi 150 millones de euros— utiliza un símil surfero para explicar lo sucedido. “Ha habido muchísimos pequeños accionistas del Sabadell, pero también institucionales, que optaron por dejar pasar la primera ola [en referencia a la opa], esperando que llegara otra ola aún más grande, que al final nunca llegó”.
El BBVA había solicitado al regulador estadounidense (SEC, por sus siglas en inglés) una dispensa para seguir adelante con la opa hostil aunque no alcanzase la mayoría del capital, siempre que se quedara entre el 30% y el 50% de aceptación. Esa posibilidad de aterrizar en tierra de nadie y lanzar una nueva oferta ha acabado siendo un lastre para la credibilidad de la primera oferta. ¿Por qué vender a la primera si van a pagar más en la segunda vuelta?
Otro gestor de fondos que destaca el peso que esa posible segunda opa ha tenido en el desenlace final es Hernán Cortés, consejero delegado de Olea Gestión (con más de 100 millones de euros de activos administrados). “En las oficinas del Sabadell se ha convencido a muchos clientes, que también eran accionistas, de que no tenía sentido acudir a la primera oferta cuando podía haber una segunda mejor”. El consejero delegado del Sabadell, César González-Bueno, ha insistido en esta idea en las entrevistas realizadas en las últimas semanas.
Aunque el escenario central que manejaban los gestores era que el BBVA se quedara con cerca del 40% del Sabadell y algunos accionistas importantes habían decidido acudir (como el inversor mexicano David Martínez o los fondos activos de BlackRock), algunos sí que barruntaban que algo podía torcerse.
Es el caso de Ricardo Seixas, responsable de Bolsa española en Bestinver, que en los días previos para que finalizase el plazo de aceptación de la opa vendió las acciones que su fondo tenía en el Sabadell y se reforzó en el BBVA. “Temíamos que la opa no saliera y que eso castigara la acción del banco opado”, explicaba el miércoles Seixas en una rueda de prensa. Con el dinero que sacó de esas acciones, aumentó su posición en el BBVA. Al gestor la jugada le ha salido redonda. Este viernes los títulos de este último suben casi un 6% y los del Sabadell caen un 6,5%.
Politización
El segundo factor que mencionan los gestores de fondos consultados sobre el fracaso de la opa es la politización. “El Gobierno se ha opuesto a esta operación por tierra, mar y aire, desde el minuto dos”, apunta un veterano inversor de Bolsa española. “No hay más que ver lo rápido que salió anoche Salvador Illa [el presidente de la Generalitat de Cataluña] a sacar pecho de que la compra no haya salido adelante”.
Los inversores mencionan las duras condiciones impuestas por parte de la Comisión Nacional del Mercado y la Competencia (CNMC), la consulta pública abierta por el Ministerio de Economía para ver si el interés general podía verse afectado con la opa (más allá de las cuestiones de competencia) y las exigencias extra que acabó estableciendo el Gobierno, como la no fusión en tres años.
El mencionado inversor de Bolsa española lamenta que “aquí los que más van a salir perdiendo son los accionistas del Sabadell porque, sinceramente, creo que la operación era buena para ellos y ahora hay que ver lo que pasa con su banco, máxime después de haber vendido su filial británica TSB”.
Además de la segunda opa y la politización, los expertos financieros citan otros factores: una oferta muy cicatera por parte del BBVA, a quien le costó mucho mejorarla un 10%; la defensa numantina por parte del presidente de Sabadell (Josep Oliú) y el consejero delegado (César González-Bueno), con una presencia mediática y publicitaria nunca vista, y la dificultad intrínseca de tomar participaciones en bancos europeos cuando no hay un acuerdo previo con los directivos y accionistas de referencia.
Tomás Pintó, jefe de Bolsa internacional de Bestinver, lo tiene claro: “Hoy por hoy, hacerse con más de un 30% de un banco europeo es dificilísimo, tal y como estamos viendo con el italiano Unicredit y su intento de adquirir Commerzbank. El caso del Sabadell no ha sido una excepción”.
Uno de los inversores más veteranos de Bolsa española recordaba hace unos días la falta de tacto y sintonía de Carlos Torres, presidente del BBVA, con la cúpula del Sabadell. “Al final, se nota que tanto Torres como su consejero delegado [Onur Genç] son del club McKinsey [la firma de consultoría estratégica más prestigiosa del mundo] y que se les dan mejor los números y los algoritmos que las negociaciones y las relaciones personales”.
Lo que no recuerda esta fuente es que otro de los contendientes, César González-Bueno —el consejero delegado del Sabadell, que el jueves fue aclamado y vitoreado en el banco tras conocerse el resultado de la opa— también pasó por la misma consultora norteamericana en los años 90, para recalar después, durante unos años, en el BBVA.
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