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Cuando Yoko Ogawa escribió La policía de la memoria en 1994 no podía imaginar que su distopía iba a encajar tan bien en la realidad que vivimos un cuarto de siglo después, a medio camino entre la vigilancia tecnológica masiva, la destrucción del planeta y una pandemia global. “La literatura tiene la propiedad tan seductora como enigmática de no agotarse en una sola época y de escapar a lecturas unívocas y monolíticas, de modo que a los lec…
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