En 2013, el entonces secretario de Hacienda expresó su preocupación al señalar que perdíamos de vista las tendencias fundamentales en la economía mexicana. Alarmantemente, la tasa de crecimiento promedio anual de la productividad había sido negativa en 0.7% durante los últimos 30 años. Esta estadística, considerada por muchos como la más reveladora en la economía mexicana de las últimas décadas, ha sido un tema que rara vez discutimos de manera profunda.
La Productividad Total de los Factores (PTF), mencionada por Videgaray, es un indicador vital que mide el aumento en la producción no atribuible simplemente al añadido de más trabajadores o maquinaria. Refleja la manera en que optimizamos nuestros recursos. Un descenso en la PTF es un motivo de gran inquietud, ya que indica que, durante los últimos 45 años, hemos ido siendo menos eficientes, a pesar de que el Producto Interno Bruto (PIB) haya crecido. Para entender este estancamiento aparente, es esencial contextualizarlo a nivel global.
Desde 1970, el crecimiento de la PTF ha mostrado una ralentización en todo el mundo. Este fenómeno no se puede explicar solo por rendimientos decrecientes; es un reflejo de cómo medimos el valor económico. Por ejemplo, es difícil cuantificar el valor de comunicarse con seres queridos a través de plataformas como Zoom, o calcular la enorme deuda ambiental que hemos acumulado a lo largo del tiempo.
Particularmente en México, el trabajo doméstico y de cuidados podría representar cerca del 25% del PIB, si tan solo se pudiera incluir en las métricas oficiales. La complejidad de medir la productividad ha llevado a la búsqueda de índices alternativos, como el de la felicidad. En este aspecto, México a menudo muestra un desempeño relativamente favorable, aunque existen signos evidentes de deterioro.
En este contexto, es crucial enfocarnos en lo que realmente importa: mejorar nuestras instituciones, fortalecer el Estado de derecho y optimizar nuestro entorno económico. A menudo subestimamos la dedicación que los mexicanos ponemos en el cuidado de nuestros seres queridos. Si lográramos transformar este compromiso en una fortaleza productiva, podríamos descubrir nuevas ventajas competitivas.
Por otro lado, los índices de actividad industrial o de confianza del consumidor resultan poco significativos si, desde 1980, no hemos edificado instituciones robustas ni hemos conseguido, incluso, crear o adquirir más y mejores tacos. Sin embargo, el espíritu comunitario que rodea a esta delicia gastronómica ha logrado mantenerse.
Nuestra mirada debe centrarse en lo que valoramos como sociedad: la conservación y potenciación de nuestros recursos naturales, la protección de nuestra salud mental y la adecuada valoración del trabajo que sustenta nuestros hogares. Esta reflexión puede darnos sentido a las últimas cuatro décadas, confirmando que estos años, después de todo, no han pasado en vano.
La información presentada aquí está actualizada hasta el año 2025 y refleja una visión integral sobre el panorama económico de México, sus retos y oportunidades en un mundo en constante cambio.
Gracias por leer informacion.center, puedes seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram o visitar nuestra página oficial. No olvides comentar sobre este articulo directamente en la parte inferior de esta página, tu comentario es muy importante para nuestra área de redacción y nuestros lectores.
Esta nota contiene información de varias fuentes en cooperación con dichos medios de comunicación




























