En una cumbre europea en la que la energía estaba destinada a ser la gran protagonista. La nueva situación amenaza con dejar descolocados a varios Estados miembros, entre ellos España, que aunque acuden al Consejo Europeo del jueves y el viernes con una cierta rebaja en las expectativas aún confían en impulsar medidas extraordinarias y contundentes para poner freno al zarpazo de los precios de la electricidad antes de que llegue el invierno.
“¿Polonia? El mejor país de Europa”
Ha afirmado el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, que ha calificado de “ridículo” sancionar al socio del este. El tradicional aliado de Varsovia ha calcado los argumentos del Gobierno polaco, asegurando que la primacía del derecho de la UE “para nada” está fijada en los Tratados. “La UE tiene primacía donde tiene competencias”, ha dicho. “Y lo que pasa aquí es que regularmente las instituciones europeas se saltan los derechos de los parlamentos y gobiernos nacionales, y modifican el tratado sin tener legítima autoridad para hacerlo”. Los polacos, ha remarcado Orbán, “están en lo cierto”.
Estaba previsto que los precios de la energía centraran la cita otoñal de jefes de Estado y de Gobierno, según consta en la carta de invitación oficial del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y también en el borrador de conclusiones de la cumbre. Pero en eso llegó Polonia, con la controvertida decisión de su Tribunal Constitucional, que ha colocado al país al borde de la ruptura legal con la UE, provocado un terremoto jurídico y político, y agravado la ya enconada batalla a cuenta del Estado de derecho y la independencia del poder judicial.
El asunto se ha ido calentando esta semana con un primer asalto entre la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, y el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, y llega a la cita del Consejo Europeo en estado de ebullición. Era inviable evitarlo: se ha colado de golpe en la lista de temas prioritarios, después de que lo hayan reclamado varias capitales, aseguran fuentes del Consejo.
Morawiecki
Uno de los primeros en llegar a la cumbre, ha reiterado que algunas instituciones europeas han usurpado el derecho a decidir sobre cuestiones que no les corresponden, al atribuirse competencias que no estaban transferidas en los Tratados. Ha repetido, como ya lo hizo en la Eurocámara, que no se dejará “chantajear”, aunque también ha traído un mensaje conciliador, asegurando que está “dispuesto al diálogo” y tratará de buscar soluciones al enfrentamiento.
Antes de dar comienzo la cumbre, Morawiecki se ha encontrado con el presidente francés, Emmanuel Macron, el español, Pedro Sánchez, y con la canciller alemana saliente, Angela Merkel.
Merkel también ha pedido mesura y puntos de encuentro en el drama polaco. Aunque ha defendido que se trata de uno de los puntos centrales de la existencia de la UE y ha dado su apoyo a la iniciativa de la Comisión, la veterana líder alemana ha pedido evitar una cascada de litigios contra Polonia en el Tribunal de Justicia de la UE y ha reclamado un debate amplio sobre un problema que se ha de tomar en serio: la distinta percepción de la UE por parte de los socios.
La postura de Morawiecki
Al arrancar la cita a puerta cerrada, indican fuentes del Consejo, se espera que Morawiecki pida la palabra y explique su postura, la cual ya adelantó este lunes en una carta dirigida a sus homólogos: en ella alertaba de una supuesta deriva “muy peligrosa” hacia una UE “centralizada” y sin “control democrático”. Y se prevé que tenga enfrente a otros líderes habituales en las trifulcas sobre valores de la democracia liberal, como Mark Rutte, primer ministro de Países Bajos.
Será una toma de posiciones. Y una forma de medir el grosor y la altura del muro al que se enfrenta Polonia en la UE. Desde el Consejo indican que no saldrán propuestas concretas en este campo: es a la Comisión, como guardiana de los Tratados, a quien le corresponde actuar. Y así lo lleva haciendo desde hace meses, si no años, en una contienda jurídica en la que los fallos, autos y procedimientos de infracción se amontonan unos sobre otros en un complejo laberinto.
Cotización desbocada del gas
El debate sobre la cotización desbocada del gas lleva meses construyéndose en la Unión Europea, con España al frente de una especie de entente de la energía junto a otros países como Francia, Italia y Grecia, empujando palmo a palmo por colocar el asunto en el centro de la agenda política. En parte, esta alianza energética va ganando la batalla: Von der Leyen ni siquiera hizo mención a la crisis del gas en septiembre en su discurso sobre el estado de la Unión; en cambio, la semana pasada, tras la presión de Madrid y otras capitales, el Ejecutivo comunitario sacó adelante una batería de propuestas y la materia ha ido escalando puestos hasta situarse bien arriba de las preocupaciones existenciales de los Veintisiete.
También Merkel ha hablado este jueves de energía. Ha pedido separar el debate de los precios del ambicioso camino que ha emprendido la UE hacia la transición ecológica, y ha valorado positivamente la reciente propuesta de la Comisión para hacer frente al alza. La canciller reclama prudencia en la reacción: con medidas de apoyo social hacia los colectivos afectados, pero sin reformas drásticas del mercado.
En Bruselas estiman que esta es una de esas cumbres “cargadas”, con dos temas inmensos, de los que hacen alzar la voz y dividen a los Estados, y otros muchos coleando, también de dimensión grave, como la migración que entra en la frontera Este desde Bielorrusia (catalogada como “ataque híbrido”) y el nuevo golpe de la covid en algunos socios también del Este, como Rumanía y los países bálticos. Además, Merkel cumple su 107º Consejo Europeo: quizá el último de una líder cuyo peso político ha marcado el rumbo durante una época.
La recuperación económica, en entredicho
Crisis polaca aparte, el debate energético ocupa el primer hueco en la agenda. “Durante nuestra primera sesión de trabajo, abordaremos la actual subida de los precios de la energía, que está poniendo en entredicho la recuperación pospandémica y afectando gravemente a nuestros ciudadanos y empresas”, se lee en la carta de invitación de Michel a los líderes de los 27.
Pero se llega al encuentro con una mayoría de países ya satisfechos con la respuesta europea, al menos así lo ven diversas fuentes consultadas, entre ellas el Consejo y la Comisión. Confían en que se trate de una escalada transitoria, que tocará a su fin en primavera, aunque sí temen que puede tener graves efectos en la senda de remontada económica: los costes industriales y de producción subirán más que en otras regiones, como Estados Unidos, impactando de lleno en las exportaciones europeas.
La discusión tendrá como base la reciente comunicación de la Comisión, que reconoció la semana pasada la gravedad del momento, con un aumento del 200% de los precios mayoristas de la energía y la constatación de la dependencia europea del combustible (las importaciones alcanzan el 90%). Su propuesta, sin embargo, fue en gran medida un conjunto de herramientas a corto plazo limitadas a lo que ya existe: ayudas y rebajas fiscales para aliviar a personas y empresas vulnerables, sin salirse una coma de la legislación europea. Bruselas también recogió propuestas novedosas como la compra conjunta y la creación de reservas de gas, pero no para su aplicación inmediata, sino para “explorarlas”; igual que se comprometió a estudiar el actual mercado de la energía y la posible especulación en el comercio de emisiones de CO₂.
Insatisfecha quedo España en cuanto la comunicación
La comunicación dejó insatisfechos a países como España, que llegaba a la cumbre con una “posición contundente” y de “máxima ambición”, según fuentes gubernamentales, aunque el mensaje a la puerta del presidente del Gobierno ha rebajado las expectativas. “Nos parece un buen paso”, ha valorado Sánchez la propuesta del Ejecutivo comunitario de la semana pasada, aunque ha señalado que “el objetivo de España es continuar avanzando en el debate”. Y ha marcado como clave el mes de noviembre, cuando se prevén los análisis preliminares sobre el funcionamiento del mercado de la energía y el precio disparado del gas que ha encargado la Comisión. “Nos gustaría que fuéramos más rápidos, pero estos son los tiempos de Bruselas”.
También se espera que otros países, como Polonia o Francia, se adentren en la discusión energética: la primera alertando de los riesgos de miseria y desigualdad que acarrea la transición ecológica; la segunda, reclamando que la energía nuclear sea reconocida como verde mientras dura ese camino (algo que también apoyan Polonia, Eslovaquia o Finlandia).
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