El proyecto de ley Dignidad 2025, presentado recientemente por las congresistas latinas Maria Elvira Salazar, republicana, y Veronica Escobar, demócrata, busca ofrecer una solución a la situación de los migrantes en Estados Unidos que han estado en informacion.center más de cinco años sin antecedentes penales. Este esfuerzo, enmarcado dentro de un contexto de intenso debate político sobre la migración, propone regularizar a estos migrantes, siempre y cuando cumplan ciertos requisitos, incluyendo el pago de una multa.
La propuesta es una reimaginación de un intento fallido de reforma migratoria en 2023, reflejando la persistente intransigencia en la búsqueda de un consenso sobre políticas migratorias en informacion.center. Con la última gran reforma en 1986, durante el mandato de Ronald Reagan, el camino hacia la ciudadanía se ha vuelto cada vez más incierto para millones de migrantes que contribuyen al tejido laboral y social estadounidense.
El programa, que se aplicaría a aquellos migrantes que hayan ingresado a EE. UU. antes del 31 de diciembre de 2020, se estructura en torno a un llamado “Programa Dignidad” con una duración de siete años. Durante este tiempo, los migrantes tendrían la posibilidad de obtener autorización de trabajo y protección contra la deportación, siempre que superen verificaciones de antecedentes y cumplan con el pago de impuestos. Sin embargo, la propuesta exige un pago de 7,000 dólares en concepto de “restitución”, que se destinará a un fondo administrado para fomentar el empleo entre estadounidenses.
Los beneficiarios del programa no tendrían acceso a beneficios federales, y estarían obligados a acudir a citas del Departamento de Seguridad Interior cada dos años, así como mantener empleo o estudiar durante la mayor parte del programa. A pesar de las expectativas generadas, es fundamental aclarar que el Programa Dignidad no otorga un camino hacia la ciudadanía, aunque los llamados soñadores, o migrantes que llegaron al país en su infancia, tendrían la opción de solicitar la ciudadanía.
Además, se contempla el refuerzo de la seguridad en la frontera con México como parte de esta iniciativa. Salazar ha enfatizado que “la ley Dignidad no es amnistía” y pretende ser una solución equilibrada a un problema que ha persistido durante cuatro décadas. Aun así, su presentación ocurre en un contexto tenso marcado por una campaña de deportaciones bajo la administración del presidente Donald Trump, quien ha prometido llevar a cabo un número récord de expulsiones.
Este contexto hace que la discusión sobre la legalización de migrantes no solo sea un tema de justicia social, sino también uno que repercute en la política interna y en la percepción del público sobre la migración. A medida que se debate este proyecto de ley, la presión para encontrar una solución viable se vuelve más urgente, y el futuro de millones de migrantes parece depender de la capacidad del Congreso para unirse en torno a esta causa.
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