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En la industria de la gestión de activos quedan profesionales con experiencia de décadas en los vaivenes de la Bolsa más influyente del mundo, con sus crisis profundas y sus fulgurantes remontadas, y con un conocimiento profundo de los gigantes estadounidenses que han llevado, en épocas sucesivas, a los máximos históricos en Wall Street. Grant Cambridge es uno de ellos y en su veteranía se muestra hoy como un entusiasta defensor de los gigantes de la inteligencia artificial y su efervescencia bursátil. Forma parte del equipo gestor de uno de los fondos más emblemáticos de renta variable estadounidense, el Investment Company of America, un gigante con un patrimonio de 230.000 millones de dólares y una antigüedad de 91 años. Pertenece a una de las mayores gestoras de EE UU, Capital Group, con 3,3 billones de dólares bajo gestión.
Cambrigde recaló en Madrid esta semana, en una intensa gira europea que le ha llevado también por Ginebra, Fráncfort, Milán y Londres como una suerte de embajador del vehículo de inversión que coordina y que es claro reflejo de la quintaesencia de Wall Street: la inversión en grandes compañías estadounidenses, líderes en sus respectivos sectores y en el que las principales posiciones son ahora Microsoft, Broadcom y Nvidia. Cambridge reivindica un proceso de selección de valores concienzudo, con un equipo de analistas con una experiencia media en su sector de 26 años. “A menudo conocemos estas empresas mejor que muchos de los propios consejeros delegados”, asegura.
Pregunta. Nvidia ha alcanzado los cinco billones de dólares en capitalización y el S&P está en máximos. ¿Cree que está justificada la actual euforia del mercado con la inteligencia artificial?
Respuesta. Sí, sin duda. Empecé en los negocios en 1984 y he visto cómo se forman muchas grandes empresas, en especial en Estados Unidos. Es un mercado muy dinámico, con protección de la propiedad intelectual, un buen marco regulatorio y por supuesto, capital para financiar ideas. Continuamente están surgiendo nuevos negocios, este año ha habido alrededor de 300 salidas a Bolsa. Y en Estados Unidos la gente piensa a lo grande. No quieren ser otra cosa que el número uno. Nvidia es una de esas compañías de emprendedores destacados, con una cultura agresiva y de innovación, uno de los muchos ejemplos de empresas que continuamente se reinventan. Ahora mismo, la oferta de chips no satisface la demanda. Y mientras eso siga siendo así, empresas como Nvidia seguirán creciendo y prosperando. De hecho, aún estamos en los inicios. Muchas veces las cotizaciones se adelantan a los fundamentales, las expectativas quizá se precipitan, pero los fundamentos del negocio son realmente sólidos.
P. Usted lleva décadas en la gestión de activos, ¿no aprecia similitudes con la burbuja de las puntocom? ¿No hay riesgo de que la historia se repita?
R. A lo largo de la historia se ha visto que no se pueden analizar cuáles serán los límites futuros de una industria, y eso genera mucho entusiasmo. Así, en los años 70, surgió el modelo de franquicias de comida, y a finales de los 90, la burbuja puntocom. La gente nunca había experimentado Internet. Costaba imaginar lo grande que podía llegar a ser esa nueva tecnología. Y cuando no tienes un punto de llegada en la mente, la imaginación se desborda y las expectativas se vuelven muy, muy altas. Del mismo modo, hoy en día, no sabemos dónde podría llegar la aplicación de la inteligencia artificial. Y ese proceso podría durar muchos años. Ahora mismo lo que tenemos es una demanda superior a la oferta y no podemos determinar con exactitud dónde acabará todo esto. Eso es lo que entusiasma a la gente.
P. ¿Y cómo lo gestionan en Capital Group? Las principales posiciones de su fondo son Nvidia, Microsoft, Broadcom…¿siguen añadiendo el peso del sector tecnológico en la cartera?
R. Analizamos cientos y cientos de empresas, y el hecho de que Nvidia sea quizá la mejor inversión en la historia del mercado bursátil solo significa que es una de las muchas empresas que evaluamos y que puede haber momentos en los que resulte menos atractiva. Siempre hay escépticos, pero lo que intentamos es cuestionar todas las decisiones que tomamos. En el fondo, los siete magníficos tienen un peso del 26,5%, por debajo del 34,5% que tienen en el S&P, en ese sentido estamos un poco infraponderados. Sí sobreponderamos Microsoft, Meta y Amazon de forma marginal. Pero también tenemos exposición al sector de salud, industrial, materiales y finanzas, con JP Morgan como principal posición en ese sector. El fondo intenta capturar el crecimiento de la economía de EE UU de forma más diversificada porque los clientes están preocupados por las altas valoraciones del mercado y por la elevada concentración del índice.
P. ¿Cómo ha evolucionado en los últimos meses la percepción de los inversores hacia la Bolsa de EE UU? En abril la desconfianza se disparó con la guerra comercial pero la remontada desde entonces ha sido muy fuerte.
R. Lo que vimos al principio es que la incertidumbre realmente asustó al mercado y este retrocedió. Es normal, porque para las decisiones empresariales importantes se necesita cierto nivel de confianza, y los consejeros delegados de las empresas optaron por ser cautelosos hasta entender lo que estaba pasando. De hecho, utilizamos el Día de la Liberación como un punto para dar un paso atrás y comprender realmente qué políticas estaba tratando de aplicar la administración estadounidense. Creo que ahora estamos empezando a tener más confianza en hacia dónde vamos. Estamos llegando al final del primer año del mandato de Trump y ahora se empiezan a ver más fusiones y adquisiciones, más trabajo de asesoría, más salidas a Bolsa, la continuación de los grandes programas de recompra, el crecimiento de los dividendos…todas son señales de confianza que se ven en el mercado.
P. ¿Cree entonces que la desconfianza a invertir en EE UU a causa de las políticas de Trump ha quedado atrás?
R. Sí, creo que ha vuelto la confianza. Cierto que siempre hay sorpresas, pero se trata de un mercado muy profundo y resistente. Por lo tanto, si se invierte a largo plazo, se obtendrá una recompensa. Siempre surgen nuevas oportunidades y nuevos riesgos. En eso consiste la gestión activa: en adaptarse a las oportunidades que se ven y comprender las valoraciones que se pueden pagar por ellas. Y si las valoraciones son demasiado altas, la oportunidad se convierte en un riesgo. Por eso hay que tenerlo muy en cuenta. Si nos remontamos unos años atrás, ¿quién hubiera pensado que tendríamos una pandemia mundial? Y el mercado cayó un 34,5 % en cuestión de meses. Pero luego, una vez que la gente comprendió que había una vacuna en fase avanzada de desarrollo y que existían estrategias en todo el mundo para manejar la situación, el mercado se recuperó muy rápidamente. ¿Cambió la cartera durante ese tiempo? Sí, pero no del todo. Seguía habiendo grandes empresas que sabíamos que iban a superar la pandemia y que seguíamos queriendo tener en la cartera.
P. ¿Ve elementos suficientes para la continuidad del rally en un Wall Street en máximos?
R. La economía estadounidense se ha mostrado muy resistente, hay mucha liquidez en el mercado y el motor de la innovación de Estados Unidos nunca ha sido tan fuerte. Los beneficios siempre serán el motor clave, y a largo plazo es muy importante estar atento al flujo de caja y al crecimiento de las ganancias. Además si las relaciones entre China y EE UU comienzan a mejorar, eso generará aún más confianza.
P. Su análisis es claramente optimista, ¿no aprecia riesgos? ¿Cree por ejemplo que los inversores podrían estar subestimando el riesgo de inflación?
R. Vemos que la inflación sigue avanzando en la dirección correcta. Pero no ha desaparecido por completo, estamos en un punto en el que ahora se espera que la inflación siga bajando, por lo que cualquier cambio que vaya en contra de esas expectativas podría suponer un riesgo para el mercado. Sabemos que Jerome Powell está llegando al final de su mandato, lo que supone un riesgo o una oportunidad, aún no lo sabemos, porque no sabemos quién ocupará ese cargo. Y es algo en lo que el mercado se fijará mucho, cuando empiecen los rumores sobre a quién podrían elegir.
P. ¿Hay riesgo de que la Fed pierda su independencia con la renovación de Powell y eso agite el mercado?
R. En mi opinión, es poco probable que la independencia de la Reserva Federal se vea amenazada. El presidente Trump proviene del sector inmobiliario, sabe lo mucho que los tipos de interés afectan a su propio negocio, por lo que le gustaría que los tipos de interés fueran más bajos para todos. Él cree que es algo que debería suceder hoy mismo. No sé qué pasará con la próxima Reserva Federal, pero su próximo líder también será independiente. Es un mandato doble, con objetivos sobre inflación y empleo, y eso es algo que creemos que continuará.
P. ¿Comparte la reciente advertencia de Jamie Dimon, el presidente de JP Morgan, de que hay que estar alerta sobre el mercado del crédito, ante las posibles “cucarachas” que puedan aparecer tras la quiebra de algunos prestamistas?
R. Cuando empecé mi carrera, el sector bancario dependía en gran medida de los bancos comerciales y regionales. Lo que ha ocurrido en los últimos diez años, pero sobre todo en los últimos cinco, es que los mercados de crédito privado se han convertido en una alternativa muy atractiva al mercado bancario. Dimon solo recuerda que esto es algo a lo que hay que prestar atención. Así que me tranquiliza que esté enviando ese mensaje a los emisores de crédito privado. Hasta ahora, nosotros no hemos visto que el riesgo crediticio empiece a asomar la cabeza.
P. ¿Le preocupa la desconfianza hacia la deuda soberana de EE UU y cómo se ha reflejado en la debilidad del dólar?
R. La volatilidad del dólar también está relacionada con la incertidumbre que reinaba en los mercados a principios de año. Y el mes pasado el dólar comenzó a estabilizarse porque las incertidumbres están empezando a asimilarse, se están evaluando y, como resultado, la preocupación por el dólar ha disminuido. Por lo tanto, mis preocupaciones no están relacionadas con el crédito soberano ni con la moneda de reserva mundial. No me preocupa eso. Lo que me preocupa es lo de siempre: pagar demasiado por algo. Por eso me preocupan las valoraciones de cualquiera de mis activos y me preocupa aún más si las expectativas son muy altas en una empresa de alto valor. Eso siempre me preocupará.
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