Aunque no cuelga el cartel de “se busca primer ministro” en Matignon, sede del Ejecutivo en Francia, las candidaturas para convertirse en el próximo (o próxima) jefe de Gobierno no hacen más que multiplicarse. Tras las elecciones presidenciales del pasado domingo, en las que Emanuel Macron quedó ratificado como jefe de Estado, los partidos de oposición —liderados por el izquierdista Jean-Luc Mélenchon y la líder de extrema derecha Marine Le Pen— buscan ahora obtener una mayoría parlamentaria en los comicios legislativos de junio para imponer un primer ministro de cohabitación que limite los poderes del presidente de la República.
Para prevenir una situación así, Macron tiene que proponer a primer ministro a alguien capaz de neutralizar la posibilidad de que los electores den la espalda a su partido en la próxima cita ante las urnas. Pero, ¿a quién guiñar el ojo? ¿Debe elegir a alguien que guste al lado más conservador de su electorado, cuyos votos sigue necesitando, como hizo durante su primer mandato nombrando a dos primeros ministros de derechas? ¿O debe optar por alguien bien visto por la izquierda socialdemócrata que, tras la debacle socialista y de los verdes en la primera vuelta de las elecciones presidenciales a principios de abril, se ha quedado huérfana de partido, y que también se ha sentido traicionada por la falta de gestos de Macron en sus cinco años de presidencia? Y última pregunta: ¿no es hora ya de poner al frente del Gobierno a una mujer?
Macron tendrá que hacer encaje de bolillos para entusiasmar a muchos y enfadar a los menos posibles. Muestra de la dificultad de la elección es que el Elíseo frenó el impulso del primer ministro saliente. Jean Castex había anunciado su intención de dimitir en cuanto acabaran las presidenciales, pero el Gobierno se ha dado esta semana “de transición”. Este jueves, se celebrará el último Consejo de Ministros y no se prevé que el equipo de Castex dimita hasta comienzos de la que viene. El domingo 1 de mayo los sindicatos —muy críticos con la intención de Macron de aumentar la edad de jubilación— y otros grupos han llamado a lanzar el primer pulso contra el nuevo quinquenio, y no es buena idea que un nuevo Ejecutivo tenga que estrenarse con una protesta que podría ser masiva y hasta violenta, como en ocasiones pasadas.
Sin embargo, todo tiene que pasar rápido: una vez presentada la renuncia de Castex, Macron debe tener listo el nombre de su sustituto o sustituta y del equipo de ministros, que según la prensa francesa será más reducido que el actual. Además, tiene que ocuparse de su propia transición. Oficialmente, Macron tiene hasta el 13 de mayo para asumir el nuevo mandato como presidente de la República. Pero acontecimientos externos, como la guerra de Ucrania, e internos —el partido conservador Los Republicanos ha anunciado este martes que lanzará su campaña a las legislativas el 7 de mayo, y que por ahora no se aliará con el macronismo— podrían obligarle a acelerar el calendario, a pesar de lo delicado de la tarea.
Todo ello no resuelve, sin embargo, la pregunta clave a la que tiene que responder Macron: ¿A quién nombrar?
En los últimos días de campaña, el presidente hizo una promesa que tendrá que cuadrar en la búsqueda del candidato (o candidata) ideal. Para conquistar los votos que en la primera vuelta de las presidenciales se fueron a la izquierda con Mélenchon, Macron aseguró que el nuevo primer ministro estará “directamente encargado de la planificación ecológica”. Dentro del macronismo, el ala más progresista reconocía estos días que un primer ministro de su campo sería una buena señal tras dos gobiernos en manos de antiguos miembros de LR (Édouard Philippe y Jean Castex). También son conscientes de que Macron también tiene que seducir al bando conservador, que podría revelarse clave para alianzas parlamentarias en el futuro.
Además del cálculo político, “hace falta una armonía, una estereofonía” entre el presidente y su primer ministro, “una profunda complicidad y un esfuerzo para apasionar la vida parlamentaria y el debate político”, dijo a Le Figaro el presidente del partido MoDem, François Bayrou, uno de los más fieles aliados de Macron.
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