En Puebla, la tos ferina ha cobrado la vida de dos bebés, un acontecimiento que ha encendido alarmas sobre la importancia de la vacunación en las comunidades. Esta enfermedad, altamente contagiosa, es causada por la bacteria Bordetella pertussis y se presenta con síntomas que pueden confundirse fácilmente con los de un resfriado común, como gripes o infecciones respiratorias leves.
Los síntomas iniciales de la tos ferina pueden incluir tos leve, congestion nasal y fiebre baja. Sin embargo, a medida que avanza, la tos se torna intensa y puede desencadenar accesos que dificultan la respiración, lo que la convierte en una amenaza especialmente grave para los infantes. Estos episodios de tos pueden ir acompañados de una inspiración ruidosa que se asemeja a un “gallo”, lo que es emblemático de esta enfermedad. En este contexto, los bebés presentan un riesgo particularmente alto, ya que su sistema inmunológico aún está en desarrollo y son más vulnerables a complicaciones severas.
Los expertos han subrayado que la mejor prevención contra la tos ferina es la vacunación. A pesar de que existe una vacuna efectiva, el cumplimiento del esquema de vacunación no siempre se alcanza en niveles óptimos, lo que puede resultar en brotes de enfermedades prevenibles. La aplicación de la vacuna DTPa (difteria, tétanos y tos ferina acelular) es fundamental y se recomienda que se administre en la infancia según el calendario de inmunización establecido.
Las autoridades sanitarias han instado a los padres a mantenerse informados sobre la vacunación de sus hijos y a consultar con profesionales de la salud si notan algún síntoma que les preocupe. Asimismo, los especialistas destacan la importancia de mantener a los niños al día con sus vacunas, especialmente en el contexto actual, donde la movilidad y la interacción social están en aumento tras la pandemia.
Este trágico suceso subraya la necesidad de un enfoque colectivo para enfrentar las enfermedades prevenibles. Es imperativo que tanto la comunidad como los sistemas de salud trabajen juntos para fomentar la educación sobre la vacunación y asegurar el acceso a los servicios de salud necesarios. La protección de los más jóvenes es un deber compartido que no puede ser subestimado.
Por lo tanto, mientras las autoridades y los profesionales de la salud investigan el caso y toman medidas para evitar que se repitan tragedias similares, la comunidad debe ser consciente del riesgo y la importancia de la prevención a través de la vacunación. La historia reciente de estas dos pérdidas trágicas no debe repetirse y es un llamado a la acción para todos.
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