En la segunda mitad de los cincuenta, con las heridas de la guerra todavía pendientes de cicatrizar, una joven cineasta italiana quiso observar, con el mismo espíritu crítico que la llevó a dejar atrás su educación fascista para acercarse al anarquismo, la profunda transformación de un país que renunciaba a sus raíces campesinas para abrazar el dogma de la industrialización y el consumismo. Cecilia Mangini reflejó en sus películas, cortometrajes de 10 minu…
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