La ciudad de Culiacán fue sacudida la semana pasada por un episodio de violencia que generó gran preocupación en todo México. Sin embargo, el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha, aseguró que la situación no pasó de ser un “incidente” sin mayores consecuencias.
Las versiones de lo sucedido en Culiacán difieren según la fuente consultada. Según algunos medios, un grupo armado habría tomado las calles de la ciudad, bloqueando vialidades e intercambiando disparos con las fuerzas de seguridad. Otros, en cambio, hablan de un fuerte enfrentamiento entre delincuentes y autoridades.
Lo cierto es que el gobierno de Sinaloa reconoció la presencia de grupos armados en Culiacán y se desplegaron efectivos militares para controlar la situación. En medio de la confusión, muchos ciudadanos optaron por resguardarse en sus hogares.
La tranquilidad volvió a la ciudad tras varias horas de tensión y los medios de comunicación se hicieron eco del incidente en los días siguientes. Algunos expertos en seguridad reconocieron que se trata de una muestra de la debilidad del Estado frente al crimen organizado.
En cualquier caso, Rocha ha minimizado el episodio y ha asegurado que “no hay nada de qué preocuparse” en cuanto a la seguridad de la población de Culiacán. Sin embargo, la presencia de grupos armados y la violencia en las calles no son asuntos que se puedan tomar a la ligera.
Este incidente en Culiacán nos recuerda que el crimen organizado sigue siendo una amenaza grave en México y que las autoridades deben tomar medidas efectivas para combatirlo. La seguridad de la población debe ser una prioridad absoluta para cualquier gobierno.
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