Durante los últimos meses, la subida del precio de la luz es motivo de disgusto (o debería serlo) en nuestro país. Cosa que no se suele explicar muy bien. Por otra parte, nos meten el miedo en el cuerpo por posibles apagones en gran parte de Europa, lo cual tampoco se aclara mejor en los medios de comunicación generalistas.
Este tema parece simple en principio: se debe principalmente al aumento del precio del gas. En España se emplea el sistema marginalista, esto quiere decir que se paga la electricidad (kWh producido) al precio del kWh más caro. Da la casualidad de que la forma más cara de producir electricidad se realiza en las centrales de ciclo combinado (que utilizan gas), y el precio del gas se ha disparado últimamente debido a su escasez como materia prima. Lamentablemente, este sistema se ha implantado por normativa europea, por lo que nuestro país por si solo no tiene la posibilidad de cambiarlo.
Lo concerniente a los apagones es bastante interesante, pero hay que recordar algo de la física que estudiábamos en el colegio. Se explica, entre otras cosas, por la necesidad de mantener la sincronía perfecta de todos los sistemas que producen electricidad. Lo explica Antonio Turiel en esta entrevista. Parece que está claro que nos enfrentamos a una crisis energética y escasez de recursos naturales donde la implantación masiva de energías renovables se nos vende como la solución mágica. ¡Pero ojo! Nos debemos preguntar si esto es todo lo que podemos hacer como sociedad y consumidores.
A largo plazo (por obligación) el 100% de la energía será limpia, pero ¿cuánto representa este 100%? El consumo actual de fuentes fundamentalmente de origen fósil no se podrá sustituir por otras renovables. Esta transición será dura, la única salida es consumir menos energía de la consumida hoy en día, es decir, tendremos que necesitar menos para vivir.
Tenemos investigadores en nuestro país trabajando sobre estos temas desde hace tiempo. Por ejemplo, según el Grupo de Energía, Economía y Dinámica de Sistemas (GEEDS) de la Universidad de Valladolid, existe un máximo (ya sea hidráulica, eólica, solar…) que se puede captar en la Tierra. Estiman que solo se podría abastecer hasta un 25% del consumo energético primario actual aprovechando la solar a escala mundial. Y utilizando todas las renovables, llegar hasta un 40%.
Un sistema basado en renovables es incompatible con el capitalismo
La pregunta es si nuestra sociedad puede vivir con el 40% de la energía que tenemos ahora disponible. Parece obvio que no se puede mantener un sistema social y económico igual al actual basado 100% en fuentes limpias, quizás sea esta la razón por la que no se ha producido la transición total a estas. Un sistema basado en ellas es incompatible con el capitalismo.
Mientras ha habido combustibles fósiles baratos para todo el mundo, hemos ido haciéndole trampas al sistema, pero como ahora nos estamos quedamos sin estas opciones fáciles y baratas (el pico de extracción del petróleo convencional llegó en el año 2005; en 2015 llegamos al pico de producción del diésel; y el del gas se espera que llegue antes del 2030), miramos hacia las renovables como locos porque no tenemos otra alternativa.
Con este panorama, lo más sensato sería poder vivir necesitando menos energía. No significa vivir peor, sino repensar nuestras estrategias de consumo. Llegados a este punto chocamos con la exigencia de un crecimiento económico año tras año pero, ¿a costa de qué?
Según el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, el crecimiento económico óptimo anual sería del 3% para mantener nuestro ritmo de vida actual, pero el tamaño de la economía mundial se duplicaría en solo 24 años. No hay planeta finito que pueda absorber este crecimiento, con la huella ecológica y el impacto ambiental asociado (ya no se puede esconder la crisis climática).
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