En las majestuosas Montañas Rocosas de Canadá, los líderes de las naciones del G7, incluido el presidente estadounidense Donald Trump, se congregan para una cumbre de tres días en Kananaskis, un encuentro marcado por las tensiones en el Medio Oriente entre Israel e Irán. Esta cumbre representa el regreso de Trump al escenario diplomático tras el inicio de su segundo mandato a finales de enero, un periodo en el que ha buscado redefinir las dinámicas internacionales.
A pesar de su historial de comentarios despectivos hacia Canadá, Trump llega a este encuentro en un momento de aparente desescalada entre ambas naciones, especialmente luego del cambio en la dirección canadiense con la asunción de Mark Carney como primer ministro, quien ha buscado suavizar relaciones con sus pares globales. El propio Carney ha programado una reunión con Trump para discutir varias cuestiones, incluida una posible llamada conjunta del G7 para abordar la urgencia de una “desescalada” en el conflicto Israel-Irán.
La situación dio un giro inesperado días antes de la cumbre, cuando Israel lanzó una operación militar sorpresiva con el objetivo de desmantelar el programa nuclear iraní. La respuesta de Irán no se hizo esperar, resultando en una escalada alarmante al enviar cientos de misiles hacia territorio israelí. Este contexto ya ha creado un clima tenso que podría fracturar el consenso entre los integrantes del G7.
Trump ha mostrado apoyo a las acciones israelíes, enfatizando el uso de armamento estadounidense, mientras que la comunidad internacional se mantiene cautelosa. Algunos líderes europeos, como Emmanuel Macron, han instado a la moderación y a retomarlo dialogo, mientras que otros, como Japón, han calificado los ataques de Israel como “inaceptables”.
Entre los temas a tratar en la cumbre también se incluye la invasión rusa en Ucrania, un conflicto que ha perdurado más de tres años. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ha sido invitado y espera conversaciones con Trump, a pesar de las tensiones pasadas entre ambos líderes. Trump ha mantenido una comunicación con Vladimir Putin, aunque su frustración crece ante la negativa rusa a aceptar treguas.
Con todo, parece que el foco de la cumbre se desviará hacia temas menos polémicos, como el fortalecimiento de las cadenas de suministro, lo que puede ofrecer un respiro a las tensiones internacionales que marcan este evento. A medida que el G7 busca avanzar en su agenda, la interrogante sobre cómo abordar los conflictos persistentes en Oriente Medio y Europa sigue latente, reflejando la complejidad de un sistema global interconectado y cada vez más frágil.
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