En una reciente gira que abarca varios estados del país, el secretario de Organización de Morena, Andy López Beltrán, ha expresado inquietudes respecto al estancamiento en la entrega de programas sociales. Esta situación, señala, podría tener repercusiones significativas en la estructura del partido y su poder dentro de la alianza oficialista. La preocupación de López Beltrán se basa en la dependencia del partido, que se sostiene en gran medida gracias a la movilización de sectores que reciben estos apoyos.
En este contexto, el hijo del expresidente Andrés Manuel López Obrador ha comenzado a exigir cambios en las delegaciones de la Secretaría de Bienestar liderada por Ariadna Montiel en diferentes estados. Según él, muchos delegados están más enfocados en las elecciones de 2027, ya sea aspirando a candidaturas o apoyando a otros candidatos, en lugar de fortalecer la estructura estatal de bienestar. Esta dinámica plantea un riesgo real para la Cuarta Transformación, dada la relevancia que tienen estos programas en el empoderamiento social del partido.
Durante su reciente visita a Sonora, López Beltrán también advirtió sobre la competencia que generan los programas sociales estatales y municipales. Estas ayudas, no atribuibles al partido guinda, son utilizadas por la oposición para apuntalar su propia imagen, compitiendo directamente con los beneficios ofrecidos por el gobierno nacional. Este fenómeno se evidenció en las recientes elecciones en Durango, donde el PRI pudo retener una parte significativa de su poder, en parte gracias a sus propias ayudas.
Esta situación no solo repercute en la Secretaría de Bienestar, sino que también se encuentra en el cruce de tensiones políticas internas dentro de Morena. La relación entre Ariadna Montiel y Luisa María Alcalde, presidenta del partido, se ha visto afectada debido a estas demandas de cambio. Las diferencias políticas y de proyectos podrían profundizarse a medida que se aproximan las elecciones de medio término, generando un clima de incertidumbre en el partido.
Mientras los delegados federales continúan con su enfoque en el futuro electoral, la falta de atención a las necesidades inmediatas de los beneficiarios de los programas sociales podría comprometer no solo su legitimidad, sino también la fortaleza de la 4T en un entorno político cada vez más competitivo. La capacidad de respuesta y la dinámica política entre los diversos actores en juego serán cruciales para determinar el rumbo del partido en los próximos meses.
De cara a los desafíos que se avecinan, el éxito del movimiento dependerá de cómo logren los líderes políticos equilibrar sus ambiciones personales con las necesidades de la población que confía en la entrega oportuna de estos apoyos, esenciales para su bienestar.
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