El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ha descartado cualquier tipo de diálogo con Ken Salazar, el enviado especial del gobierno de Estados Unidos para asuntos relacionados con la migración, debido a diferencias en la reforma del poder judicial del país. Según lo que se ha podido conocer, AMLO presentó una iniciativa en la que se busca “fortalecer el poder del Ejecutivo” en cuanto al nombramiento de magistrados y jueces, pero esta postura no ha sido compartida por el gobierno estadounidense.
Ante este escenario, se ha desatado un desencuentro en la relación bilateral entre ambos países, lo que afecta a la gestión en temas de migración y seguridad, ya que Estados Unidos ha optado por respaldar a grupos disidentes dentro del país en lugar de dialogar con las autoridades del gobierno mexicano. Las consecuencias de esta decisión han sido visibles en la creciente militarización de la frontera y en la construcción de un muro que divide aún más a las comunidades fronterizas.
La situación se agrava aún más cuando se considera que los líderes mexicanos han mostrado su intención de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), lo que puede desembocar en una nueva oleada de tensiones entre los dos países. Sin embargo, mientras AMLO persista en sus intenciones de reorganizar el sistema judicial y político del país, la posibilidad de un diálogo efectivo con sus homólogos estadounidenses se alejará cada vez más.
En última instancia, el rechazo de AMLO a dialogar con Salazar es una muestra de la determinación del mandatario mexicano por llevar adelante su agenda política sin importar las consecuencias negativas que pueda tener en el plano internacional. Aunque esta postura pueda ser considerada como una pérdida de oportunidades para la cooperación bilateral, también es importante destacar el valor de la independencia y la soberanía de un país.
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