El mundo entero se prepara para afrontar las consecuencias de la nueva variante ómicron, la nueva cepa del virus detectada en Sudáfrica. El mundo entero ha aprendido que las incertidumbres sobre su capacidad de contagio o letalidad deben ser previstas con tiempo, no dejar lugar a la sorpresa ni al exceso de confianza. Por eso se están cerrando fronteras y ensayando medidas para cortar el paso a estas nuevas mutaciones. Hasta la Bolsa mexicana recibió al nuevo virus con una desplome. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se sale de esa lógica, sin embargo. O eso se infiere de sus últimas palabras, en las que quita hierro al asunto: “No hay motivos para la preocupación, según los reportes que me han entregado los especialistas. Llevamos a cabo un seguimiento, no hay elementos para preocuparnos”, ha dicho esta mañana desde Oaxaca.
Mientras, Canadá ya tiene dos casos detectados y Brasil investiga uno sospechoso. El virus ya está en América. También en Europa, donde se están clausurando viajes en avión desde determinados países de África o pensando ya en nuevas dosis de inmunización. Los laboratorios plantean ya en otras vacunas para poder combatir esta cepa.
A medida que pasan los minutos parece imposible que algún país del mundo se libre de esto. Ya puede afirmarse que está en cuatro continentes y en muchos más países. Es decir, la misma marcha que con los anteriores virus.
México durante la vacunación
En México se han vacunado con el esquema completo 65 millones de personas y 11 millones más tienen su primera dosis. Recientemente, se han incorporado a la inmunización los chicos de 15 a 17 años, pero de la tercera dosis, avanzada en otros países, en México todavía no se implementa. “No hay información, eso debe quedar claro, de que las vacunas no sean efectivas con esta nueva variante”, ha dicho López Obrador.
La confianza que muestra el presidente sobre lo que ocurre con la pandemia tuvo su momento cumbre la pasada semana, cuando ofreció un autocomplaciente balance de cómo se ha desarrollado en México: “Nadie se quedó sin una cama, sin un ventilador, sin un médico”, dijo, en un extraño ejercicio de autoconvencimiento puesto que los datos oficiales que emanan de su propio Gobierno indican que la realidad ha sido otra. Hospitales ocupados al 100% de su capacidad, centros que ya no tienen camas con ventilador ni disponibilidad de terapia intensiva. Y eso que la pandemia está embridada por ahora, la mayoría del país, a excepción de algunos estados norteños, muestran su semáforo verde, es decir, vida normalizada en todos sus aspectos.
Los fallecimientos por millón de habitantes en México, cerca de 2.250, superan con mucho el promedio mundial (657) y el de los países de ingresos medios y bajos (344), según cifras de Our World in Data.
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