El líder del PRI, Alito Moreno, recientemente se convirtió en el centro de atención política tras un incidente tumultuoso con el presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña. Este altercado tuvo lugar durante una sesión de la comisión permanente del Congreso de la Unión y desató una serie de reacciones por parte de diversos sectores políticos, especialmente del oficialismo. Horas después de este altercado, Moreno lideró una marcha por el Paseo de la Reforma, la cual se enmarcó como una movilización “en defensa del país y la república”.
Este evento surge en un contexto tenso, ya que se han intensificado las voces dentro del partido Morena que buscan impulsar el desafuero del exgobernador de Campeche, una acción que podría resultar crucial para el futuro del PRI. En una declaración a los medios, Alito enfatizó que la movilización era un acto de defensa ante lo que considera un riesgo de dictadura en México, evocando las experiencias vividas por otros países latinoamericanos como Venezuela. “No queremos que pase lo que pasó en Venezuela, no vamos a permitir que se instale una dictadura”, expresó en una conferencia de prensa.
Además del conflicto con Noroña, Claudia Sheinbaum, presidenta y figura prominente en el oficialismo, comentó sobre el enfrentamiento tras el suceso, describiéndolo como “una escena muy violenta”. A su vez, realizó una comparación de las acciones de Moreno con el autoritarismo de expresidentes del PRI, como Gustavo Díaz Ordaz y Adolfo López Mateos, resaltando así la grave seriedad de estos episodios de confrontación política.
El dirigente tricolor también se defendió de las acusaciones, explicando que su reacción en el recinto legislativo fue consecuencia de “siete años de groserías, persecución, amenazas y ofensas”. Moreno concluyó: “Esto no se puede permitir, se topó con pared porque con el PRI no. Siempre vamos a defender la soberanía de nuestro país”. Este tipo de lenguaje, cargado de determinación, resuena entre los seguidores del PRI y plantea una narrativa de resistencia ante lo que consideran un asedio político.
En un momento en que la polarización política en México se intensifica, esta marcha y el comportamiento de sus líderes están llamados a influir en el rumbo de las próximas elecciones y la percepción pública sobre las acciones del PRI en el actual contexto político. Asumir un papel protagónico en la defensa del país parece ser una estrategia calculada de Moreno, para reafirmar su posición dentro del partido y ante la ciudadanía, justo cuando el PRI navega por aguas turbulentas. La pregunta ahora es cómo responderá el electorado ante esta dinámica mientras se acerca el ciclo electoral.
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