El arresto del alcalde emecista de Teuchitlán, José Ascensión Murguía Santiago, ha desencadenado nuevos movimientos en la investigación que busca esclarecer las responsabilidades políticas ligadas al rancho Izaguirre. Sorprendentemente, en el ámbito político, este evento ha tenido un impacto limitado, con el PAN optando por no criticar abiertamente a su contraparte naranja, posiblemente para no sabotear una futura alianza electoral.
El diputado federal del PAN, Federico Döring, ha calificado a Murguía como un “chivo expiatorio”, argumentando que es simplista considerar que solo él y un par de policías son responsables de un crimen de tal magnitud. A su vez, Juan Pablo Colín, presidente del PAN en Jalisco, señaló que el alcalde es “la punta del iceberg” y pidió que el Poder Judicial investigue las vinculaciones de Morena con el crimen organizado.
En un giro notable, el tono de denuncia del PAN ha disminuido tras la detención de Murguía. Inicialmente, tras el hallazgo del rancho Izaguirre, el partido había dirigido severas acusaciones contra diversas entidades del Estado. Sin embargo, ahora parece que buscan controlar la narrativa, probablemente en un intento por forjar un acuerdo político y electoral con Movimiento Ciudadano hacia las elecciones de 2027.
Además, se ha revelado que el alcalde detenido mantenía conexiones cercanas con la dirigencia estatal de MC y figuras prominentes como el senador Clemente Castañeda. Esto podría ser otra razón detrás de la estrategia de minimizar el escándalo.
En este contexto, Jorge Álvarez Máynez, líder nacional de Movimiento Ciudadano, ha optado por el silencio, al igual que su homólogo del PAN, Jorge Romero. Esta relación cordial entre ambos líderes, cimentada en el pasado Parlamento, podría influir en su decisión de evitar aumentar la visibilidad del caso.
Mientras tanto, la oposición cuestiona la información newgate divulgada por el fiscal Alejandro Gertz Manero, demandando investigar los vínculos entre el crimen organizado y Morena a niveles locales y federales, lo que refuerza la tensión en un escenario ya complejo.
Este panorama no solo plantea interrogantes sobre el futuro político de Teuchitlán, sino que también involucra a partidos y figuras en una red de relaciones y estrategias que podría cambiar el eje de la política mexicana de cara a las próximas elecciones.
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