La economía estadounidense enfrenta una creciente probabilidad de recesión en los próximos meses. Recientes cifras indican una caída en el PIB del primer trimestre, aunque es un dato que puede malinterpretarse; el descenso se debe principalmente a un aumento en las importaciones adelantadas, que se restan del PIB. Durante su mandato, Trump heredó una economía con un crecimiento del 4% y un bajo nivel de desempleo, impulsada por la inversión privada y el Inflation Reduction Act. Sin embargo, su inconsistente política económica ha detenido esta dinámica, que anteriormente colocaba a EE. UU. como la economía más potente del mundo.
Torsten Slok, economista en jefe del fondo de inversión Apollo, ha introducido el término “Recesión por Reajuste Voluntario del Comercio” (VTRR). Esta noción describe una desaceleración económica provocada por decisiones gubernamentales que alteran abruptamente las normas del comercio internacional mediante la imposición de aranceles. El efecto dominó comienza con una reducción drástica de envíos desde China, afectando la logística tanto en puertos como en infraestructuras terrestres en EE. UU. Esto resulta en estantes vacíos, descensos en ventas y despidos masivos en el sector del transporte y comercio al por menor, anticipando una contracción que podría intensificarse hasta el verano de 2025.
Los indicadores actuales sugieren que la VTRR ya está en curso. Las empresas han comenzado a responder a los aranceles con un notable freno en su producción e inversión. Las expectativas sobre utilidades se encuentran en sus niveles más bajos desde 2020, mientras que los nuevos pedidos en el sector manufacturero se desploman en todos los distritos de la Reserva Federal. Adicionalmente, los planes de inversión de capital han girado de manera marcante, revelando una drástica disminución en la intención de expansión, según encuestas realizadas a CEO y bancos regionales. Este contexto se ve complicado por un incremento en los inventarios antes de la entrada en vigor de los aranceles, lo que augura ajustes severos en los trimestres venideros.
Desde el lado del consumidor, el panorama es igualmente desalentador. La confianza del consumidor, métrica recolectada por la Universidad de Michigan, se encuentra en mínimos históricos en todas las clases de ingreso. Un porcentaje récord de consumidores espera condiciones económicas más desfavorables en el año próximo, y la inquietud por el desempleo se intensifica. La caída en el turismo internacional se acentúa, con un descenso de más del 30% en llegadas desde Europa. Además, los pagos mínimos en tarjetas de crédito alcanzan la mayor proporción en más de diez años, al tiempo que aumenta la morosidad. Las compras en efectivo de vivienda están en descenso, reflejando un debilitamiento general del consumo en áreas de recreo. Esta retracción ya se manifiesta en el comportamiento del consumidor estadounidense.
Todo este conjunto de factores podría llevar a EE. UU. a un estado de “estanflación”, caracterizado por un bajo crecimiento, alta inflación y altas tasas de interés. De materializarse, esta situación sería uno de los mayores actos de autosabotaje económico en la historia. Se espera que los próximos días y semanas revelen la magnitud de la crisis que se avecina, pero por el momento, la falta de cohesión en la política económica está afectando desgastantemente tanto a los mercados como a la economía cotidiana de las personas y las empresas.
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