Desconexión Digital: La Clave para la Recuperación de Energía y Bienestar
En un mundo donde la smartphone se ha convertido en una extensión de nuestra vida diaria, activarlo en modo avión ha dejado de ser simplemente un gesto hacia la desconexión temporal. En los últimos tiempos, este acto se ha transformado en un aliado fundamental para aquellos que buscan restablecer un equilibrio en sus rutinas cargadas de estímulos constantes. La dependencia a las notificaciones y el contenido del móvil –que a menudo abarca casi todos los aspectos de nuestra vida– ha generado un entorno en el que poner el dispositivo en modo avión ya no parece suficiente.
La verdad es que, incluso al silenciar el teléfono, la tentación de revisarlo persiste, impulsada por una necesidad intrínseca de recibir la gratificación instantánea que proporciona el scroll infinito en redes sociales y la avalancha diaria de mensajes en aplicaciones de mensajería y correos electrónicos. Este fenómeno, ampliamente discutido en contextos psicológicos, hace que la energía se consuma a un ritmo alarmante, llevando a un estado de alerta que es difícil de sostener.
Sin embargo, muchos han encontrado que alejar el dispositivo de su campo visual puede ser la solución más eficaz. Dejar el celular en otra habitación o incluso guardarlo en un armario se ha convertido en una estrategia valiosa para disfrutar de esos momentos decentes, que promueven un bienestar más profundo. Se hace evidente que, como mencionó Kourtney Kardashian, mirar el teléfono puede sentirse como llenar la habitación de distracciones indeseadas, y hacer invisible esa fuente de estímulo puede ser crucial para manejar el impulso de revisarlo.
Datos recientes indican que, en promedio, un usuario revisa su celular entre 50 y 80 veces al día y recibe alrededor de 46 notificaciones diarias, resultados que son alarmantes y que demuestran el agobio que esta constante conectividad puede ocasionar. Cuando se logra desconectar el dispositivo por un tiempo significativo, muchos experimentan un notable aumento de energía y paz mental, lo que resulta en una recuperación inmediata de la calma.
Estos momentos de desconexión pueden ser intencionados y encontrados en actividades cotidianas como pasear a un perro, ir al gimnasio o durante las comidas, donde la ausencia del celular permite disfrutar de conversaciones más significativas y momentos de risa. La psicología contemporánea respalda esta experiencia, pues al distanciarse del teléfono, el cerebro comienza a reconocer la tranquilidad que le es propicia, ajustando los ritmos y agudizando los sentidos para disfrutar más de lo que nos rodea.
María Jesús Álava, psicóloga reconocida y autora de varios libros, destaca que esos instantes sin celular funcionan prácticamente como un retiro mental. El efecto de la desconexión no solo ayuda a reducir la ansiedad, sino que también permite una inmersión en los propios ritmos emocionales y del entorno, facilitando un estado de mindfulness sin la necesidad de prácticas complicadas.
Con la información disponible hasta ahora, queda claro que la necesidad de recalibrar el uso del móvil es más pertinente que nunca para mejorar la calidad de vida en la era digital. Su impacto en nuestra salud mental y emocional no puede subestimarse, y el reconocimiento de esa dependencia es el primer paso hacia un estilo de vida más equilibrado y consciente.
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