Lamentablemente, el 22 de mayo, la comunidad que busca justicia por la desaparición de los 43 normalistas en Ayotzinapa perdió a uno de sus más perseverantes defensores. Donato Abarca Beltrán, padre de Luis Ángel Abarca Carrillo, falleció a causa de un infarto en la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”. Donato, como muchos otros padres de víctimas, enfrentó con valentía y determinación la dura lucha por la verdad y justicia que permanece aparejada con el caso.
El deceso fue confirmado por la Subsecretaría de Derechos Humanos, Población y Migración de la Secretaría de Gobernación, que extendió sus condolencias en una esquela pública. Diversas organizaciones civiles también expresaron su pesar, recordando que Donato, al igual que otros padres, falleció sin conocer el paradero de su hijo. Desde 2014, cuando ocurrieron las trágicas desapariciones en Iguala, Guerrero, cinco padres y madres han partido sin haber recibido respuestas a sus exigencias de justicia.
Desde 2014, la angustia y la búsqueda incesante de los padres ha sido un testimonio del desgaste emocional que conlleva. Minerva Bello Guerrero, madre de Everardo Rodríguez Bello; Saúl Bruno García, padre de Saúl Bruno Rosario; Bernardo Campos Cantor, padre de José Ángel Campos Cantor; y Ezequiel Mora Chora, padre de Alexander Mora Venancio, son solo algunos de los nombres que han dolorosamente dejado este mundo sin respuestas. Cada uno de ellos había sido un baluarte en las marchas y protestas que clamaban por la verdad sobre lo sucedido aquella fatídica noche.
El cuerpo de Donato Abarca fue trasladado a su hogar en San Antonio, Cuautepec, donde recibió un emotivo homenaje de despedida por parte de quienes lo conocieron y apoyaron en su lucha. La comunidad y diversos colectivos reafirmaron su compromiso con la memoria de aquellos que aún buscan justicia en un caso emblemático de violaciones a derechos humanos.
A casi una década de la desaparición, las investigaciones continúan sin ofrecer un desenlace claro. El clamor de las familias persiste: la exigencia de verdad y de justicia no se ha extinguido. La lucha de estos padres se convierte no solo en una búsqueda personal, sino en un símbolo de la resistencia contra un sistema donde la impunidad parece prevalecer.
Así, el caso Ayotzinapa sigue siendo un tormentoso recordatorio de los desafíos que enfrentan las familias en su búsqueda de justicia, y su legado es un testimonio del poder de la esperanza y la solidaridad ante la adversidad.
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