Antes y después de la muerte de Rigo Tovar, su esposa y amantes se dieron hasta con la cubeta por quedarse con su fortuna.
Texto: Alejandro Salazar
Ser precursor de la música grupera en México lo instaló en la cima de la popularidad y lo consagró como El Ídolo de las Multitudes. Sin embargo, infortunios personales, enfermedades (entre ellas la retinitis pigmentosa que lo dejó paulatinamente ciego) y depresión mermaron vida y carrera de Rigo Tovar, sumiéndolo en problemas de adicción.
Todo en conjunto orilló a su retiro de los escenarios en 1995. Así fueron agotándose su salud y fortuna amasada en 25 años de trayectoria; sus propiedades y hasta el mismo cantante terminaron siendo disputados por su única esposa, Isabel Martínez, y cuatro mujeres con quienes él también procreó hijos.
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En medio de esos arrebatos que alcanzaron tintes mediáticos, el tamaulipeco falleció el 27 de marzo de 2005, víctima de un paro cardiaco derivado de diabetes e insuficiencia renal crónica.
Para dar cuenta de quién lo cuidó en sus últimas horas de vida y del crítico estado que guardaba, su mujer grabó un video con sus últimos instantes de vida.
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Y justo en los funerales se recrudeció la guerra, ya que, al no dejar ella entrar a nadie a la sala de velación, fanáticos, amantes e hijos de Rigo Tovar irrumpieron entre gritos y golpes, y todo terminó en fiesta.
Una vez incinerados los restos, y las cenizas puestas en manos de su viuda, se pelearon dos casas, un departamento y un terreno, así como un Rolls- Royce y un autobús en condiciones deplorables, además de los casi cien mil pesos que entonces se reportaban por las regalías de sus éxitos, entre los que destacan Mi Matamoros querido, Cuando tu cariño, Lamento de amor y El sirenito.
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